El Congreso de Perú tomó juramento a una nueva presidenta, Dina Boulwart, pocas horas después de que la legislatura votara a favor de destituir al líder de izquierda Pedro Castillo en el tercer juicio de destitución de su asediada y efímera presidencia.
El miércoles por la tarde, el Congreso liderado por la oposición votó abrumadoramente a favor de destituir a Castillo, quien ese mismo día anunció planes para disolver «temporalmente» la legislatura y gobernar por decreto.
Castillo dijo que la medida tenía la intención de «restablecer el estado de derecho y la democracia» en Perú, pero fue ampliamente condenada por los líderes de la oposición y otros, incluida su diputada Dina Boloart, como un intento de «golpe».
El Congreso le pidió a Boulwart que asumiera el cargo después de la votación de juicio político y ella prestó juramento el miércoles por la tarde para convertirse en la primera mujer en dirigir el país sudamericano. Jura como presidenta hasta 2026.
Boulwart pidió una tregua política para superar la crisis y dijo que se formará un nuevo gobierno que incluya todos los espectros políticos. Luego de prestar juramento, dijo: «Hubo un intento de golpe… que no encontró eco en las instituciones ni en la calle».
“Lo que pido es espacio y tiempo para salvar al país”, agregó.
Tercer intento de aislar
En el centro de Lima, la policía antidisturbios bloqueó el acceso a los palacios presidencial y del Congreso, mientras miles de manifestantes, algunos a favor y otros en contra de la destitución de Castillo, descendieron a la ciudad con júbilo e ira.
Rodeados por un muro de policías fuertemente armados, cientos de simpatizantes de Castillo corearon su pleno apoyo al intento del expresidente de disolver el Congreso.
“Vine aquí porque estaba cansado de esta conferencia podrida que impidió todo eso [Castillo’s] iniciativas. Soy una mujer humilde del campo. No tengo electricidad ni agua corriente. “Después de un año y medio, y este congreso no ha hecho nada por la gente”, dijo Milagros Rivera Mesías, de 56 años, ama de casa de Lima.
Al otro lado de la calle, una multitud jubilosa de manifestantes anti-Castillo bailaba al son de una banda ruidosa.
«Castillo es corrupto. Roba dinero y se lo da a su familia, y nosotros sufrimos. Aquí vendo chocolate para alimentar a mis tres hijos y cuidar a mi padre enfermo», dijo a Al Jazeera Rosanna Palomino, de 30 años.
El toque de queda estaba previsto para las 22:00 horas (03:00 GMT), pero luego se levantó.
Perú ha sufrido años de agitación política, con muchos líderes acusados de corrupción, repetidos intentos de juicio político y períodos presidenciales más cortos.
La última batalla legal comenzó en octubre cuando la Fiscalía General de la Nación presentó una demanda constitucional contra Castillo por presuntamente liderar una «organización criminal» para lucrar con contratos estatales y obstruir investigaciones.
Castillo fue citado por el Congreso la semana pasada para responder a cargos de «incapacidad moral» para gobernar.
El exprofesor de izquierda y líder sindical había calificado las acusaciones de «difamación» por parte de grupos que buscan «aprovecharse y aprovecharse del poder que la gente les arrebató en las urnas».
Castillo ha sobrevivido a dos intentos de juicio político anteriores desde que asumió el cargo en julio de 2021 después de ganar las elecciones por poco.
En una declaración televisada el miércoles, Castillo declaró un «gobierno de excepción», lo que le permitió usar poderes de emergencia para convocar nuevas elecciones.
El presidente de la Corte Constitucional de Perú condenó la medida como un «golpe de Estado» y miembros de la oposición de derecha apelaron a las fuerzas armadas para «restaurar el orden constitucional». El canciller César Landa también renunció en protesta, acusando a Castillo de «violar la constitución».
Estados Unidos se hizo eco de esta crítica, instando a la embajadora en Perú, Lisa Kina Castillo, a «retroceder en su intento de cerrar el Congreso y permitir que las instituciones democráticas de Perú operen de acuerdo con la constitución».
“Animamos al público peruano a mantener la calma durante este tiempo turbulento”, escribió en Twitter.
«autoinversión aleatoria»
El poder presidencial de disolver el Congreso peruano es controvertido y rara vez se ejerce.
En 2019, el entonces presidente Martín Vizcarra disolvió el Congreso, lo que provocó su suspensión. Más tarde fue depuesto.
En 1992, Alberto Fujimori, una figura polarizadora encarcelada por abusos a los derechos humanos, usó sus poderes presidenciales para disolver la legislatura y suspender la constitución del país.
Castillo, originario de la localidad rural de San Luis de Bona, en el noroeste de Perú, ha enfrentado acusaciones de corrupción y malversación desde el comienzo de su presidencia. También se ha enfrentado a acusaciones de incompetencia después de haber nombrado cinco gobiernos y unos 80 ministros en poco más de un año y medio como presidente.
Will Freeman, analista de política latinoamericana y candidato a doctorado en la Universidad de Princeton en Estados Unidos, dijo el miércoles a Al Jazeera que la falta de planificación ha sido «una constante» en la corta presidencia de Castillo.
“Prácticamente todo, desde su respuesta fallida de recuperación del coronavirus hasta su enfrentamiento con la oposición en el Congreso, convirtió a Castillo en su misión prácticamente desde el primer día”, dijo Freeman en un correo electrónico.
Freeman agregó que la presidencia de Castillo también terminó con un movimiento improvisado. Dijo: «Su intento de golpe indiscriminado casi no ha recibido apoyo fuera de los muros del palacio presidencial».
Parecía un intento imprudente de evitar ser destituido por el Congreso y enfrentar cargos de corrupción, pero solo terminó acelerando esos resultados. «
Los peruanos están «cansados del statu quo político», confirmó Noam Lobo, profesor asociado de ciencias políticas y codirector del Proyecto de Opinión Pública de América Latina en la Universidad de Vanderbilt.
“Perú lidera la región en la percepción pública de que la corrupción abunda entre los políticos”, dijo Lobo a Al Jazeera en un correo electrónico, y agregó que la partida de Castillo “no aliviará” las frustraciones generalizadas.
La pregunta ahora es quién será el próximo objetivo de la profunda desconfianza e insatisfacción pública”.
Con reportaje de Neil Giardino en Lima
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